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La crisis ecológica como problema actual de la antropología (página 2)



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Habiendo partido ya del problema ecológico como
producto de la antropología, descansamos necesariamente
sobre una reflexión de la conducta humana desde la
ética, porque el hombre es el único ser que tiene
en sus manos la posibilidad de cuidar o dañar, de explotar
o aprovechar, de promover o desvalorar todo el tesoro que lo
rodea y en cual existe. Es claro también que el problema
ecológico que se ha desatado "implica la responsabilidad
de la acción humana sobre el ambiente de la Tierra, como
lugar de realización del hombre"[4]. Los
animales y demás seres vivos del planeta ocupan un lugar
en el mundo, mientras que el hombre habita el mundo, pues
solamente él, por el uso de su razón, dota este
mundo de significado; el hombre, por ende, habita un lugar
simbólico, habita "su mundo", que es también el
mundo de los demás seres vivos. Así lo expresa
Joseph Gevaert: "El individuo no pertenece únicamente a
una totalidad material y orgánica, sino también a
una totalidad cultural y social"[5]. Por otro
lado, de la mano de la reflexión ética del
comportamiento humano en el planeta, aparece "la libertad humana
que juega un papel importante respecto a la naturaleza. Destruir
la naturaleza significa destruirse como hombre y eliminar las
posibilidades de realización personal"[6].
Indudablemente, la importancia de cuidar la naturaleza se
establece en que el hombre sólo cuenta con este propio
planeta tierra para vivir; no obstante, el deteriorarlo le
está dando paso a la destrucción inminente, donde
reinará nuevamente el caos original y donde no
habrán las condiciones básicas para el desarrollo
de la vida humana y animal.

De nuevo surge la pregunta: ¿cuál es
entonces el puesto del hombre en el cosmos? Bien sabemos que el
hombre ocupa un puesto privilegiado en el cosmos, pues
–como habíamos dicho anteriormente- él es
quien dota de sentido y significado todo lo que le rodea,
además, él es el único ser de la
biósfera que puede "pensarse" y "proyectarse" dentro de la
realidad para comenzar allí una transformación del
mundo. Evidentemente vemos que, aunque el hombre comparte ciertas
características con los animales –sobre todo
biológicas-, existe una divergencia grande entre ambos que
define la identidad del primero. Para Ramón Lucas Lucas
"el animal vive inmerso en el propio hábitat natural; el
hombre puede en cambio separarse y oponerse a la naturaleza. La
naturaleza no es solamente para el hombre un objeto útil,
sino el lugar de su realización"[7]. Por
tanto, el hombre no es una simple especie más en la
configuración de la naturaleza, tampoco es un simple
espectador de lo que acontece en el cosmos por sus mismas leyes,
tampoco es un ser "desconectado" o "desconocedor" de su entorno,
tampoco es el dueño y propietario absoluto del cosmos;
él es el guardián del cosmos, porque él
reconoce en el mundo su único lugar de
realización(. "El hombre no es ya solamente huésped
de ese mundo o espectador desinteresado del mismo, sino que forma
parte del mundo […]"[8].

Aunque, siempre marcamos la diferencia ontológica
entre el hombre y los demás seres vivos, debemos tener
cuidado en exaltar la idea de naturaleza y hablar
enfáticamente de ella, presentando al hombre como un ser
más en el gran conjunto natural. En ese momento,
caeríamos en una "paradoja antropológica", pues
desvirtuaríamos el ser del hombre, dador de sentido. "El
hombre no puede convertirse en un objeto más de la
naturaleza; esto lo llevaría a la destrucción de
sí mismo y de la misma naturaleza. Su posición en
el cosmos es dinámica y creadora"[9].
Así pues, solamente cuando el hombre tome consciencia de
su real pertenencia al mundo pero a la vez de su puesto en el
cosmos y su responsabilidad en éste, podrá iniciar
una transformación saludable e integral para el entorno
que se siente hoy asfixiado por tanto maltrato y lesión.
Muchas veces hemos abusado del ecosistema planetario con la
excusa del progreso humano y del bienestar común. Pero,
¿realmente esto sí es progreso? ¿Podemos
hablar de progreso cuando nos beneficiamos nosotros del
daño causado a nuestros hermanos menores? Por eso el
progreso que exige acabar con ecosistemas enteros para adquirir
la materia prima de los productos innecesarios que consumimos hoy
en día, es una mentira del sistema capitalista. De hecho,
"la reflexión sobre el medio ambiente se nos revela como
parte de una crisis de la racionalidad humana, señalando
los límites de las ideas de desarrollo y progreso,
así como el fin del optimismo que propugnaba la confianza
ciega en las bondades de la ciencia y la
tecnología"[10]. Y si retomamos hasta el
concepto griego de cosmos (??sµ??) encontramos que
la naturaleza es orden cósmico en sí, es pura
armonía; y como es armonía, todo aquello que va en
contra del orden de la naturaleza es
malo[11]

En conclusión, el cuidado por el medio ambiente,
la sana transformación del mundo y el aprovechamiento de
los recursos naturales, llevan necesariamente al hombre a tomar
una postura vigilante de su único entorno, pero sin caer
tampoco en la "moda eco" que lo único que pretende es
sacar provecho económico de la encrucijada por la que
atraviesa la "biota" ni tampoco en un panteísmo
ecocentrista que despoja al hombre de la dignidad propia para
otorgársela a la naturaleza y desplazando ahí
sí el verdadero puesto del hombre en su cosmos.
Por eso, no es la interpretación del hombre como centro
dominador y avasallador de la naturaleza, tampoco es la
comprensión de la grandeza de la naturaleza por encima del
mismo hombre (único portador de sentido); es la
concepción del hombre como "guardián del cosmos",
porque reconoce en la naturaleza su único lugar de
realización.

 

[1] LUCAS LUCAS, Ramón. Horizonte
Vertical: Sentido y Significado de la Persona Humana. Madrid :
Biblioteca de Autores Cristianos, 2008. p. 234

[2] CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. La
Iglesia en Colombia, una comunidad que camina en la esperanza.
Bogotá : Conferencia Episcopal de Colombia, 2008.

[3] Para ampliar este trabajo podemos
confrontar el análisis que realiza la Iglesia Colombiana
en la obra ya mencionada con respecto a la realidad ambiental de
nuestra nación, y en escala mayor de nuestro planeta. Para
ello, retomamos el capítulo II “La vida de nuestra
Nación con ojos de discípulos misioneros”,
numerales 102 – 108, y también los compromisos
pastorales que se plantean en el capítulo IV
“Comprometidos para que nuestro pueblo tenga vida en
Cristo”, numerales 197 y 198. Igualmente, podemos
remitirnos al Mensaje del Papa Benedicto XVI para la XLIII
Jornada Mundial de la Paz, que se llevó a cabo el 1 de
enero de 2010, bajo el lema “Si quieres promover la paz,
protege la creación”.

[4] HEIDEGGER, Martin. Sein und Zeit. (Ser y
tiempo). Citado por: HIRSCHBERGER, Johannes. Historia de la
Filosofía. Tomo II: Edad Moderna a Edad
Contemporánea. Barcelona : Herder, 1981. p. 431

[5] O también “Triángulo
Epistemológico” como se ha llamado desde la
filosofía de las ciencias humanas y sociales. Y se llama
precisamente triángulo epistemológico porque de las
relaciones que el hombre entabla con Lo Otro, con Los Otros y con
El Otro es de donde se van a estructurar las principales ciencias
de la filosofía y de las humanidades. Estas ciencias se
presentan como una oportunidad para abordar todos los problemas
humanos entendiendo al hombre como el dador de sentido a la
realidad y a sí mismo. Por ello, cuando se habla de la
relación con El Otro (Dios) es desde donde se estructura
la Metafísica, la Teología y la Teodicea. Cuando se
habla de los Otros (del hombre) es de donde se estructura la
Axiología, la Antropología, La Filosofía y
la Psicología. Por último, cuando se habla de Lo
Otro (Mundo) es de donde se estructuran ciencias como la
Filosofía de las Ciencias, Teoría del Conocimiento,
Cosmología, Física, Matemática y
Biología.

[6] LUCAS LUCAS, Op. Cit., p. 253

[7] GEVAERT, Joseph. El Problema del Hombre:
Introducción a la Antropología Filosófica.
Salamanca : Sígueme, 1978. p. 119

[8] COMITÉ NACIONAL PARA LA
BIOÉTICA DE LA REPÚBLICA ITALIANA. Bioética
e Ambiente. Citado por: LUCAS LUCAS, Ramón. Horizonte
Vertical: Sentido y Significado de la Persona Humana. Madrid :
Biblioteca de Autores Cristianos, 2008. p. 234

[9] LUCAS LUCAS, Op. Cit. p. 234

[10] La idea de mundo como único lugar
de realización del hombre constituye una base para el
cuidado del entrono. Al respecto, Joseph Gevaert afirma lo
siguiente en su obra “El problema del Hombre:
Introducción a la Antropología
Filosófica”: “La materia se presenta como el
material confiado al hombre como campo y espacio de su
realización. El hombre lleva en primer lugar la
responsabilidad ante las situaciones en las que se mueve”.
(p. 118)

[11] GEVAERT, Joseph. Op. Cit. p. 117

 

 

Autor:

Juan David Arias Ibarra

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